miércoles, 1 de junio de 2011

Opiniones que hunden empresas, opiniones que hunden países


Cuán peligrosas pueden ser las palabras cuando se utilizan sin ser analizadas, cuando quien las usa lo hace desde el desconocimiento de aquello sobre lo que habla.

Esta semana hemos visto claramente cómo desde un país al que hemos considerado siempre como serio en sus actuaciones, se ha tocado nuestra línea de flotación hasta dejarnos prácticamente hundidos en uno de los sectores que más mercado de exportación tiene nuestra economía: el sector hortofrutícola.
 Alemania se lavaba las manos ante el brote epidémico que ha sufrido en estos últimos días, acusando directamente al pepino español de ser la fuente de dicho brote. La (ir)responsable de Sanidad  de Hamburgo, Cornelia Prüfer Storcks, se descolgaba acusando directamente a la hortaliza salida de campos de Málaga y Almería de ser la causante de la muerte de, hasta ahora, dieciséis personas en Alemania a causa de la peligrosa bacteria “E. Coli”.

No bastó más que esa acusación, surgida del desconocimiento, para que se parara todo el comercio español de estas materias hacia los países, no sólo de la UE, sino también de todo el ámbito internacional. Y no sólo el pepino, ya que otras frutas y hortalizas, como sandías, tomates, calabacines, patatas, etc, han visto parada su venta al exterior debido a la imprudencia de una boca que no supo estar callada en su momento. ¿Quién pagará ahora todo el daño que esto ha causado en la economía de tantas empresas que se dedican al sector?

El problema añadido es que, aparte de ese pago que tendría que venir directamente desde Alemania, sumado un plus por “incontinencia y peligrosidad  verbal”, es que ya no hay quien pueda eliminar la sospecha sobre nuestras frutas y hortalizas, a las que, desde que estamos en la UE, siempre se les ha exigido la máxima calidad para su exportación. 
 
Seguramente, a esta señora que ha hecho perder tanto a empresas españolas, no le ocurrirá nada, y sólo con pedir perdón verá alejada la culpa. Pero esta situación no deja de reflejar lo fácil que puede resultar hundir una economía con el simple hecho de especular mediante el miedo. No sé si alguien más puede ver la similitud, pero este acontecimiento es espejo de los factores que han hundido economías de países enteros, tales como Grecia, Irlanda y Portugal.

Similitud entre dicha señora y las agencias de rating, que aseguraban, según les diera el viento, que estos países no podrían hacer frente a sus deudas, con lo que invertir en ellos era prácticamente tirar el dinero; similitud entre el supermercado que había dejado de comprar el pepino para venderlo en sus estantes y el mercado (ese ente fantasma) que había parado de comprar deuda pública haciendo caso a aquellos que hablaban de que no sería devuelta , llámense Moody’s, Fitch o S&P’s (ver artículo aquí); a su vez, grandes causantes de la crisis hipotecaria estadounidense; similitud entre una empresa que se hunde porque no confían en sus frutas y hortalizas, a las que ven contaminadas, y entre un país que se hunde porque los inversores no confían en que sus habitantes lo puedan sacar adelante, viéndose aumentada la deuda pública que, cómo no, encontrará la única solución por medio de recortes sociales y privatizaciones.
No sé, yo sí veo demasiadas similitudes entre ambos casos; se hunde una empresa a nivel local y a nivel internacional (llámese estado) por elucubraciones y salidas de tono de tercer@s.  Ya sabemos que, al menos las agencias de rating han fallado en multitud de ocasiones, incluso a posta para luego sacar beneficios. Pero con pedir perdón y poner cara de buen@, diciendo que no lo volverán a hacer, ya todo se soluciona (ver enlace “Inside Job”). 

¿Que en el camino han dejado cadáveres económicos, ya sea una empresa de pepinos, ya sea todo un país entero? Bueno, entonces no queda más que recordar el dicho aquel de que “para que unos ganen, otros han de perder”.

  • La "crisis del pepino" pone en riesgo 3800 millones de euros (aquí)
  • Consejos para evitar la bacteria "E. Coli" (aquí)

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